Los niños españoles dedican mucho tiempo a ver la televisión,
siendo su principal actividad además de dormir.
Dedicar mucho tiempo a la televisión supone dejar de hacer otras
muchas cosas divertidas; hay que animar a los niños a hacer otras actividades,
juegos y deportes, salir con los amigos. Para ello, los padres deben estar
dispuestos a compartir más tiempo con sus hijos.
La televisión no puede ser un recurso fácil para desentenderse de
los hijos, para que nos dejen un rato tranquilos, no es la "canguro"
o niñera que mantiene quietos a los niños.
Otra costumbre a desterrar es la de tener encendido el televisor
con el fin de tener compañía, porque se está aburrido o por pura inercia.
Ver mucha televisión produce fatiga y tensión nerviosa en el niño;
a veces trastornos del sueño (insomnio y pesadillas).
Nunca se debe utilizar la televisión como premio o castigo; ni
tampoco comer con la televisión encendida.
Hay que
aprender y enseñar a usar la televisión.
La elección de los programas está en relación con la
edad del niño. A los niños mayores hay que estimularlos a que ellos mismos
elijan sus programas; pero los padres deben conocer los contenidos de los
programas que ven sus hijos y, siempre que sea posible, ver la televisión con
ellos.
- Cuando un
niño ve televisión puede tener dificultades para diferenciar bien la
realidad de la ficción y hay que aclarar bien estas situaciones.
- Además,
hay mucha violencia en televisión, mezclada con historias de héroes,
buenos y malos, que estimula conductas agresivas en niños y adolescentes.
Hay que evitar programas saturados de violencia y agresividad, y explicar
lo que ocurre en la pantalla y por qué.
- En
televisión, las escenas se suceden de forma muy rápida, no hay continuidad
de acción ni tiempo para pensar. Los niños reciben una gran cantidad de
información en muy poco tiempo; pero se limitan a escuchar de forma
pasiva, sin participar ni discutir. Esta actitud la trasladan a otras
situaciones como la lectura y el estudio, no piensan, no desarrollan su
imaginación. Por ello, fomentar la lectura y escritura le permitirá
conseguir una mayor riqueza expresiva, aprender a razonar y pensar. La
lectura es un proceso activo, que crea inquietudes.
- La
televisión tiene un enorme poder para crear estados de opinión, sobre muy
diferentes temas de la vida cotidiana, educativos y culturales; siendo muy
importante que los padres conozcan los contenidos de los programas que ven
sus hijos y tratarlos con actitud crítica y dialogante.
- La
publicidad en televisión tiene un gran impacto en los niños, muchas veces
con información errónea o engañosa; y se centra en dos aspectos que
conllevan hábitos de consumo negativos:
- Impulsa a
desear juguetes, que no siempre hacen lo que se ve en TV, y no son los
más adecuados para ellos, ni por precio ni utilidad; enseñando a consumir
por consumir.
- Insta a
consumir alimentos, en general poco saludables para los niños (bollería,
golosinas, refrescos, comidas rápidas), que predisponen a caries,
obesidad y malos hábitos alimentarios.
Una dieta variada y equilibrada y enseñarles a ver la
televisión con sentido crítico evita estos problemas.
Para asegurar el consumo de TV, las cadenas suelen abusar de los
instintos básicos: sexo y violencia.
La Academia Americana de Pediatría ha aceptado la existencia de
una relación causal entre la presencia de violencia en los medios de
comunicación y la conducta agresiva de algunos niños. Aún sin estar establecida
la correlación inmediata entre actos violentos y escenas similares emitidas por
TV, parece fuera de duda que la visión de miles de asesinatos, violaciones,
etc., parece desensibilizar frente a la violencia y generar la aceptación de
vivir en un mundo violento. Por ejemplo, en los dibujos animados hay más
episodios violentos que en los programas para adultos.
Los niños menores de ocho años deberían aprender siempre, al lado
del adulto que les acompaña ante la pantalla, a distinguir realidad de ficción
y diferenciar así el discurso que ve en la pantalla de lo que sucede en su vida
real, distinguiendo por ejemplo, violencia fílmica de violencia real. Debido a
ello, las escenas de violencia muy claramente ficticias, con un entorno muy
lejano al del espectador, ayudan a mantener la distancia con lo real y son
menos perjudiciales que las realistas. Si recordamos los cuentos clásicos de la
ratita, Caperucita, las cabritas, la Cenicienta, etc. comprobaremos que también
estaban cargados de violencia, pero claramente ficticia y distante.
1. Ver
menos tiempo la televisión es el primer paso en el camino correcto. En general,
se recomienda no ver la televisión más de 1 hora al día (entre semana), y menos
de 2-3 horas los fines de semana.
2. Ver
la televisión en familia nos permite: conocer los contenidos de los programas
que ven nuestros hijos y enseñarles a tener una actitud crítica y selectiva de
todo lo que ven.
3. Es
importante predicar con el ejemplo; los padres no pueden ser adictos de la
televisión y deben saber discriminar los programas que ven en casa.
Juan José Morell
(pediatra) C. S. Barcarrota - Extremadura - INSALUD
y por Josep Bras (pediatra) Instituto Catalán de la Salud
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