Una de las propuestas más ‘de moda’ en
el mundo de la educación es el Aprendizaje Basado en Proyectos, ABP
(o PBL, Project Based Learning en inglés). Una vuelta de
tuerca sobre el proceso formativo más tradicional que se ha implantado aulas
por todo el mundo, y sobre el que hemos apuntado innumerables
recursos, y del que los
expertos han hablado hasta la saciedad exponiéndonos los
beneficios de esta nueva metodología.
Pero ¿sabemos exactamente cuáles son los
puntos clave del Aprendizaje Basado en Proyectos? Para no olvidarlo y
tenerlo siempre en mente, hoy vamos a repasar los grandes hitos del ABP que
nunca está de más tenerlos bien presentes para poder aplicarlo correctamente en
nuestras aulas.
Al contrario que en la enseñanza más tradicional,
basada muchas veces en clases magistrales, en el ABP son los alumnos los que
toman el protagonismo de la enseñanza. Los que deciden el ritmo y van
avanzando en la adquisición de nuevos conocimientos.
El docente debe llevar el guión general de la
clase, pero cada proyecto específico —generalmente propuesto por el
profesor— será interpretado y desarrollado por los alumnos. Esto implica
que serán ellos los encargados de tomar ciertas decisiones, que pueden ser muy
valiosas para su presente y futuro.
Es
aprender a aprender
El concepto de tomar el protagonismo en un
determinado proyecto va acompañado de una necesidad de aprender a aprender,
innata en el ABP. Dado que son los propios alumnos los que deciden algunos
parámetros del aprendizaje, también serán los encargados de crecer y
evolucionar en este proceso.
Ya no se trata únicamente de escuchar y
memorizar; en ABP los alumnos deberán investigar y pensar cómo
continuar aprendiendo, ya sea resolviendo los contratiempos que puedan
ir surgiendo en el proceso de aprendizaje o buscando las líneas para continuar
con él. También se abre la posibilidad a que puedan aparecer nuevos proyectos e
ideas a desarrollar, según las expectativas de cada uno.
No es por el fin, es por el medio
En la sociedad actual estamos continuamente
resolviendo retos y problemas, y el ABP promueve este proceso tan imbuido en
nuestras vidas. Que un estudiante tome las riendas de su aprendizaje conlleva a
que en un futuro sabrá tomar mejor las riendas de su vida, de
su trabajo, o de cualquier otro ámbito.
No es sólo por aprender un terminado concepto del
temario de infantil, primaria o secundaria, es porque unos cuantos años después
sabrá “recoger lo sembrado” y aprovechar este proceso de aprendizaje en otros
ámbitos de su vida, de forma completamente transparente y automática.
La autoestima, la colaboración, las habilidades sociales…
La
diferencia entre comer una tortilla de patata que te dan y una que has hecho tú
es ese orgullo de haber hecho un buen trabajo. La diferencia entre aprender
algo que te dan “mascado” o aprenderlo tras un importante trabajo de
investigación también se llama orgullo y autoestima al haber sido capaz
de sacarlo.
Pero no sólo eso. El ABP puede implementarse de
múltiples modos, incluyendo proyectos en grupo en los que los chavales deberán
cooperar entre si. De este modo podremos promover la colaboración y las
habilidades sociales de cada uno, siempre y cuando el docente de la
libertad necesario para mejorar estas aptitudes.
El ABP sirve para todo lo que imagines
No es algo que pueda aplicarse sólo a una
determinada temática, todo lo contrario: el aprendizaje basado en
proyectos es universal y puede adaptarse a múltiples asignaturas, sean
cuales sean y con un amplio abanico de edades. Tanto letras como ciencias o las
artísticas, la clave es encontrar ese proyecto, esa idea cuya consecución
implique la adquisición de nuevos conocimientos.
Y esto se enfoca tanto a las horas que los
chavales pasan en el colegio/instituto, como a otras entidades educativas
(centros de formación profesional, universidades, talleres…) o incluso
cualquier actividad, sea formativa o no. El ABP es universal y todo el
mundo puede sacarle provecho.